lunes, 14 de enero de 2013

Sed

Día 1

La llegada al campamentro se hace eterna.La carretera está en mal estado y el camión que nos ha sido asignado no puede evitar los baches, haciendo que todo lo que se transporta se mueva.Miro por la ventana para entretenerme, aunque hay poco que ver.El desierto se abre ante nosotros con toda su magnificiencia.El calor no ayuda a soportar mejor el viaje e intento abanicarme con una revista traída a menos en un intento paupérrimo de que me socorra con alguna brizna de aire.
Cada veinte kilómetros tenemos que detenernos.Paso obligatorio si queremos llegar con vida al campamento y nos revisan el camión.No sé que se esperan encontrar.Con sólo mirar la gran cruz que lleva puesto el camión, ya tendría que ser suficiente para dejarnos en paz.Pero no estamos en paz y ellos no entienden que es esa palabra.
Vengo de un país dónde solo el hecho de abrir un grifo y que por él salga agua, no es ninguna sorpresa y dónde hay un MacDonalds en cada esquina.Aquí, si quiero agua, tendré que caminar una hora.
Como vine a parar aquí no importa.Sólo decir que estaba en el momento justo y a la hora exacta.Acepté este viaje como huída de mi propia vida, creyendo que con ello sanaría mi heridas sentimentales y mi orgullo.
Es mi primera vez y aunque haya visto por televisión las imágenes del conflicto, haya leído los informes necesários y me haya empapado sobre la historia y cultura del lugar, yo misma no creo que esté a la altura de las circunstancias.
Si me propusieron el viaje, fue por el simple hecho de que voluntarios hay pocos y menos, para este lugar tan inhóspito.Nadie en su sano juicio quiere irse a miles de kilómetros de su pátria, sin comodidades y teniendo que llevar un chaleco antibalas las veinticuatro horas del día.Yo sí.
Por fin llegamos al campamento.Era peor de lo que me imaginaba.Mi compañero de viaje, perro viejo en esto, me ayudó a bajar del camión y me sonrió para animarme.Hasta nosotros se acercó un perro esquelético, meneando su cola en un intento de darnos la bienvenida.
- No te asustes.No es tan malo como lo ves.¿ Ves esa caseta de ahí ?Ahí es donde nos reunimos cada mañana o en situación de emergencia.La carpa grande es el hospital.Ven, te presentaré al gran jefe y te enseñaré todo.
Mi compañero, en un intento de soliventar mi estupor, me fue enseñando el campamento.
Al caminar, el polvo se levantaba sin aviso alguno.La tierra estaba cuarteada por la sequía, haciendo un puzzle por el suelo.
Sentada sobre un banco, a la entrada de lo que se suponía era el hospital, estaba una madre dando el pecho a un niño, ambos en un estado avanzado de desnutrición.Haciendoles compañía, bailaban sobre sus cabezas unas cuántas moscas.La madre las apartaba como podía, sin siquiera levantar la mirada.
Entramos dentro de la gran carpa y el olor a desinfectante, vómitos y fármacos se mezaclaban entre ellos, dando un olor desagradable, nauseabundo.
- Haaaa, ya habéis llegado.¿ Eres la nueva ?Bien, bien.¿ Que tal el viaje ?No quiero lloriqueos, haces lo que se te mande, no empatices con ellos y sobre todo, nunca dejes el chaleco antibalas en tu cuarto.Tenemos inmunidad hasta cierto punto.Con la guerrilla nunca se sabe.No entres en discusiones políticas, religiosas ni nada por el estilo.Aquí no se juzga a nadie ni se cierran las puertas a nadie, sean del bando que sean, ¿ entendido ?Si sigues estas pequeñas reglas, saldrás viva de esto.Y a ver si esta puta guerra termina de una vez y puedo volver a mi casa.
¿ Qué nos ha mandado esta vez la gran patria ?
- No asustes a la novata hombre, jejejeje, que es su primera vez y bastante mal lo está pasando ya para que la saludes de esa manera tan tuya.
Mi compañero se acerca al que se suponía iba a ser mi jefe en los próximos tres meses y lo abraza.
Mientras se saludan, aprovecho para mirar a mi alrededor y lo que veo es desolador.En cada cama, yace el cuerpo de un niño, una mujer, maltrechos y con cicatrices imborrables en la memoria.Cuerpos esqueléticos, vientres abultados a consecuencia de la desnutrición, miradas ausentes, vacío.Me pregunto que coño hago yo aquí:no soy médica, ni tan siquiera enfermera.Tan sólo sé hacerme entender en árabe y he hecho algunos proyectos para barrios del extrarádio de la ciudad.Nada comparado con lo que se me presentaba.Pero estaba ahí.En un campamento de la organización y de ayuda humanitaria.Y no había marcha atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario