viernes, 23 de agosto de 2013

Verano

¿ Quién dijo que el verano era gloria bendita para el cuerpo y la mente ?Ni idea, pero seguramente esa persona no tenía que pasarse ocho horas en una cocina a 50 grados, sudando los pecados por pecar.No me gusta el verano.Punto.El verano es para aquellos que tienen por cuenta corriente un modo de despreocupación y van de yate en yate, meneando el culo operado por el doctor Mauri, enseñando unos dientes que son la envidia de cualquier marca dentífrica y bebiendo mojitos hechos por algún mulatón cachas, traído desde tierras caribeñas para la ocasión y dar caché al evento.
El calor me pone de un humor pésimo, lacia, sin ganas de abrir los ojos al mundo, ni que este se fije en mí.
Dormir se ha convertido en una batalla bélica, con armas de destrucción masiva incluidas.Cada vez que un mosquito convertido en caza se me acerca, mi chancla se prepara cuál bomba atómica y vuela hacia el objetivo, errando por supuesto, porque yo, en el tiro al arco suspendí con creces, cuándo por error herí al profesor con un flechazo en la rodilla y me hecharon por precaución.
El mosquito gana, yo pierdo e intento dormir con el zumbido de sus alitas minúsculas revoloteando sobre mi cabeza, burlandose de mí inestable puntería y creo, que hasta lo veo riendose, cómo mofandose de mí y a sabiendas, que siempre ganaría la batalla.
El calor tampoco ayuda mucho, con esa humedad relativa, que misteriosamente está al 30 por ciento, o eso dice los paneles que decoran la ciudad y una sabe que es una mentira piedosa por parte del ayuntamiento (como tantas otras mentirijillas) para mantener a raya al pueblo y este no se le plante ante la puerta del ayuntamiento (de estilo rococó, como no) y pida explicaciones ante tanta humedad relativa.
Ir a la playa para refrescarse, es toda una experiencia religiosa, en la cuál te entran hasta ganas de convertirte a monja y rezar al dios piadoso, para que este te ilumine y haga luz sobre algún hueco disponible para estirar la toalla.Pero yo nunca he tenido ganas de convertirme a religiosa y cómo no, el dios piadoso me castiga y no saca ese rayo de luz que dicen algunos que han visto y tengo que ponerme a buscar entre niños constructores ( qué castillos hacen, madre mía!!!!), tipos con bañadores ridículos marcando pecho, señoras beatíficamente sentadas en la orilla, a la espera que la ola les refresque lo que una vez usaron, pero que ya no están para esos trotes y adolescentes con un cuerpo asquerosamente bronceado y perfecto.Una ante esa imagen se siente en desventaja y olvida por momentos el obejtivo de buscar un hueco para la toalla.Por fin encuentro un huequito escuálido entre una parejita de tórtolas, que no paran de besuquearse a cada segundo y que el novio, aprovechando el momento entre pico y pico, le mete mano a las tetas enormes de su amazona, mientras esta se rie con mesura y una casa ambulante.Digo casa, porque eso es lo que parecía aquél enorme toldo, de rayas azules, con no sé cuántas mesas, bolsos, jueguetes, comida, barbacoa y perro incluido en el paquete.Solo les faltaba las macetas y sería el bungalow de la playa.
Estiro mi toalla entre las tórtolas y el bungalow;dejo mi mochila a un rincón y me pego un buen baño.El agua fresca calma mi piel que arde y me siento en paz comigo misma y con el mundo.Después de hacerme el Cristo o la muerta, como lo quieran ver, un buen rato, me voy a mi toalla, me recuesto en ella y cierro los ojos.mis párpados se cierran, con lentitud, relajados y me sumerjo en un sueño divino, donde me veo convertida en gueisha.......JOSHUÁAAAAAAAAA!!!!!!!!!
Joder!!!!Que no soy una gueisha y me ha dado un ataque al corazón.Diossssss, que la familia del bungalow son de esas familias matriacarles, donde el abuelo vá con bastón y sombrero a la playa y la abuela chapotea en el agua con la falda levantada hasta los tobillos, no vaya a ser que la tentación venga desde el mar.Un día que tengo de descanso y solo a mí se me ocurre ir a la playa a sabiendas que está llena hasta los topes.Lo sé, soy masoquista.Bien podría asaltar una casa de esas enormes, de anuncio, con piscina y acostarme en una de sus hamacas de diseño.Pero no tengo alma de asaltante, al menos, en esta vida.
Quiero que venga el otoño, con el olor a lluvia, a castañas, a vino tinto tibio.No quiero trabajar más en verano, soportar a los turistas que te preguntan si el gazpacho es una sopa caliente o si el ajo blanco lleva ajo.No quiero tener que subirme al coche y sentir, que en vez de coche, se ha convertido en sauna filandesa, (el aire acondicionado está estropeado y no hay dinero para arreglarlo).No quiero ver como las jóvencitas están tan pulcramente depiladas, bronceadas, lozanas y todos los "anas" que se os ocurra, que una ya tiene una edad y eso es machacar la moral.
Quiero.....quiero escaparme a la Antártida y refugiarme ahí entre los osos polares y los pinguinos.

lunes, 25 de febrero de 2013

Glotonería, lujuría y otros afrodisíacos

La glotonería es un camino recto hacia la lujuria y si se avanza un poco más, a la perdición del alma.
El sexo y la comida van tan unidos, que sería imprudente separarlos.No en vano está el dicho tan famoso que para conquistar a un hombre, primero hay que conquistar su estómago.Y a la mujer igualmente, porque seamos sinceras, ¿ quién de nosotras no se ha puesto tierna al ver a nuestro hombre en la cocina peleando entre cacerolas y sartenes, aunque después de todo su esfuerzo y una cocina por la cuál parece que han pasado los hunos, la comida no esté todo lo sabrosa que tuviera que estar?Todas.Todas nos ponemos tiernas, aunque el primer bocado de tan suculento plato extraído de la cacerola no esté todo lo tierno que tuviera que estar, nos ponemos tiernas, lánguidas, las hormonas trabajan a mil por hora y en un descuido del macho, lo llevamos a rastras hasta la cama y nos lo comemos de postre, saltandonos el primer y segundo plato.Esos, se enfrían en la mesa.

En el mercado de hoy en día, hay suculentas recetas, afrodisíacos, libros sobre erotismo, juguetes y un largo etcétera, con los cuáles, podemos sorprender a nuestra pareja sin caer en lo burdo y callejero, ( las sombras tenebrosas de Grey quedan fuera de toda cuestión ).
A mí particularmente, las recetas afrodisíacas me llaman poderosamente la atención, sobre todo los nombres de dichas recetas.
Las recetas tienen que tener productos que puedan ingerirse por vía oral sin peligro de muerte - al menos inmediata - y que además, sean sabrosas.El brócoli por lo tanto, está descartado.

El arte sensual de cocinar para la pareja y sus efectos de ejecuación amorosa como remate final, hacen de esta labor tan glotona, un placer gustativo.
Por tiempos memoriales, la humanidad , ( o más bien, la mujer ), ha recurrido a sustancias, actos de magia y juegos, que la gente seria y virtuosa se apresura en clasificar de perversiones, ( por suerte, son las menos ).Tal tarea hacemos, para estimular el deseo amoroso y la fertilidad, aunque esta última mejor la dejemos de lado, que ya hay muchos niños en el mundo.
Hay miles de conjuros y recetas para atraer al hombre y atarparlo entre los muslos lechosos.Uno que recuerde yo, es de las cortesanas griegas, que untaban antes de cada encuentro amoroso, un aceite enriquecido con violetas en sus zonas erógenas y perfumaban el aliento, que mezclado con el olor natural de la transpiración y las secreciones femeninas, aliviaba la melancolía de los viejos y sacudía sin pudor, el espíritu de los más jóvenes.

También en la antigua Gran Bretaña, la mujer se daba a la tarea de amasar harina, agua y manteca, salpicada con saliva y el resultante de la masa, lo metía entre las piernas para darle la forma y sabor de sus partes secretas para luego, hornearla y ofrecerla al objeto de su deseo.He leído en alguna parte, que en causas extremas, le añadían sangre menstrual y otros fluidos del cuerpo, fermentados en una calavera y si esta era de algún criminal muerto en el patíbulo, mejor que mejor.
También están las pócimas sobrenaturales, que están fuera del alcance de uno, como conseguir patas de koala, ojos de salamandra y orina virgen, tres especies en vías de extinción.

Para seducir al amante en ciernes, no hace falta ir en busca de lo más exótico o imposible de encontrar en cualquier supermercado normal y corriente, como la aleta de tiburón, testículos de babún o ovarios de serpiente.Si usted necesita recurrir a estos ingredientes para elevar la libido, le recomiendo encarecidamente que consulte con su psiquiatra o cambie de pareja.
Con un buen vino, un poco de queso y pan recién horneado, podemos seducirlo sin tener que investigar en pócimas extremas.






No nos podemos olvidar de la imaginación, que sin ella, no hay receta que se libre ni encuentro amoroso inolvidable.
El afrodisíaco es el puente entre la gula y la lujuria, algo perfectamente compatible y lo podemos combinar con juegos y frases, que quedan a elección del lector o lectora.
Mientras degustamos unos espárragos a la plancha con vinagreta, podemos leer un poema o relato corto erótico, aprendido de memoria para la ocasión, mirando al amante, ( intentar hacerlo sin quedar bizcas, el efecto no sería el mismo ).

Tal como hay métodos que incitan al deseo, también los hay que lo quitan y cuidado con eso.No queremos espantarlo con el mal aliento, ( enjuagarse la boca o comer unos caramelitos de lavanda o menta antes de, no viene nada mal ).
Otros antiadrodisíacos serían el resfriado, ( no estamos para tonterías con una nariz moqueante ), un hombre desnudo con calcetines o la mujer con rulos en la cabeza y mascarilla en la cara.Eso, más que levantar la libido, la baja al ver a su mujer, transformada por momentos en una alienigena, ( ellos jamás entenderán el porqué de esos rulos ni de esa mascarilla ).
Tampoco nos vale la valeriana, que sin querer, nos deja sumidas en un letargo a destiempo, las ideas se extravian y causa pasmo por tiempo indefinido.
Los baños de agua helada también están descartados.Si antiguamente se usaban para aturdir a los locos, imaginense que no hará con los cuerdos.
Tampoco vale rezar el rosario en la cama, que duerme al creyente y al enamorado.

No podemos olvidarnos del único afrodisíaco verdadero, sin estar seducido por la mente, que es el amor.Sin este elixir, ya podemos matarnos de cocinar, buscar hierbas aromáticas o instalar un trapecio en el cuarto, que si el amor no está presente, no hay nada que hacer.

Seguramente, este relato lleno de saltos, daría para mucho más, pero no quiero yo ser la causante de algún disgusto nupcial.Tan sólo he querido con estas palabras, hacer una pequeña alabanza a la lujuria y la glotonería, dos pecados capitales que deberían de estar exentos de ser pecados, pero que en esta sociedad que me ha tocado vivir, la han proclamado como tales, aunque exista una receta con nombre de seno de novicia.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Reflexiones

Empecemos por decir, que hubo un suceso acaecido hace unas semanas, que me dejó con el alma encogida, la dignidad escondida y la mente dispersa.
Amanecí con la voluntad perdida, sin ganas de levantarme ni de enfrentarme al mundo, del cuál le responsabilizaba de todas mis penas y ni siquiera quise escuchar a mi interior, sabio por momentos y orate a ratos.

Mi mente me lo venía advirtiendo desde hacía tiempo, pero yo, rebelde por nacimiento y creyendo que nada podía derrotar esa muralla que tanto me costó levantar, no le hice caso y llegó el día que todo ese mundo mío se vino abajo y me dí cuenta, que a pesar de todos mis esfuerzos, no podía con todo.
Es duro reconocer que no eres tan fuerte como crees, que hay requicios por dónde se puede colar la inestibilidad y ver, como tus miedos, tus fantasmas y tus cadenas, vuelven a asomar la cabeza a ver si pueden entrar nuevamentey danzar un vals contigo.

Cumples años.Ya no te ves tan joven frente al espejo.Las pequeñas arrugas que se asoman con discreción no te importan tanto como el ver que tus hijos se hacen mayores y ya no te necesitan tanto como antes.
Ellos crecen, iniciando ese trámite necesário en la vida del paso de la niñez a la adolescencia, como una iniciación al Okahué, pero sin que tengan que vagar por los bosques en busca de sus espíritus desnudos.Ellos les guiarán en este bosque de acero y asfalto, que cada día se contamina más con la avaricia y el hedor de la miseria humana.Y estarán desnudos ante cualquier imprevisto.Ese es el legado que van a tener.

Te sientas un día sobre la arena y ves la película de tu vida y observascomo un espectador más, lo que has llegado a conocer, lo aprendido, lo vivido, lo llorado, lo reído, los planes que alguna vez dibujaste, el primer amor, el primer beso, las inconstancias, los hombres que has amado, lo que se quedó por el camino, los lugares a los cuáles no volverás, porque ahí fuiste feliz incluso entre la mugre, las personas que has conocido, las que te han enseñado que para vivir, basta con tener aire en los pulmones y un pulso firme ante los sobresaltos, enfin, toda una vida.

En dos semanas me oculté al mundo, encerrada en mis cuatro paredes y con mi yo, bajamos nuevamente por esas escaleras angostas, sabiendo de antemano que es fácil descender, pero que el ascenso, iba a ser más difícil.
Descendimos cogidas de la mano, navegamos entre aguas mansas, para adentrarnos en una tormenta que casi nos despacha con ella, si no hubiésemos sido capaces de agarrarnos con fuerza al mástil y empezámos a rezar un credo ateo, inventado por mí hace años, en un intento de burlar el miedo ante cierta dificultad.

Como todo amanecer, trae consigo la calma y la tormenta se evaporó y con ello, mi yo y yo, ascendimos tranquilamente por las escaleras angostas, con paso decidido y el pulso nuevamente firme.
No es tarea fácil alejar una vez más los miedos, reconstruír lo destruído, lamer las heridas que aún conservaban el sabor a sal y salir ilesa de todo ello.Si me pusiera poética y la literatura me dejara, diría que renací como el Ave Fénix de sus cenizas.

El corazón aún se encoge y apenas salgo, no por miedo, sino, porque quiero disfrutar un poco más de esta calma que se ha instalado en mí, mimar a mi gata, que está a punto de traer una nueva vida, andar por mi casa con paso tranquilo y acariciar sin prisas, esos recovecos por tiempos olvidados.

Abrir un libro y refugiarme con dicha entre sus páginas y adentrarme como antes en sus personajes y creer por momentos, que soy la protagonista de esa historia.Había olvidado de cómo se hacía y eso, nunca se debe hacer, porque una vez que te olvidas de leer, te pierdes entre las líneas y estas se vuelven toscas y amargas.

domingo, 27 de enero de 2013

El sueño

Ella estaba recostaba sobre una manta, que había puesto con suma delicadeza sobre la paja.La única iluminación existente era un farol, que dejaba un rastro anaranjado sobre su piel.
Tenía los brazos y las piernas abiertas y con mirada ardiente, le llamaba en susurros.
Él, de rodillas, le lamía su sexo con infinita delicadeza.La lengua de él le recorría los muslos, bajando hasta los tobillos, dejando un surco de saliva por el camino, para volver a recorrerlo nuevamente y posarse en sus carnes rosadas y abiertas al placer.Lo hacía voluptuosamente, sin prisas, como si tuviera toda la vida por delante.
Tan entregados estaban uno al otro, que no se percataron de que les espiaba una joven de aspecto angelical dónde los haya.Fue a parar ahí por esas casualidades de la vida y al adentrarse en ese cobertizo con sigilo, se encontró con la escena de los amantes, sin poder sucumbir a la tentación de espiarlos.
Vio como la espalda de él, perfecta en todos sus sentidos, se arqueaba para poder ahondar más en el sexo de su amada.Ella le agarraba la cabeza ayundandole en el vaiven del placer.
Admiró la joven los pechos generosos de ella, la blancura de su piel y se estremeció con el sonido de sus gemidos.Su sexo se humedeció al verlos y sus pequeños pezones rosados, se endurecieron al ver como ella se arqueaba de placer.  
Ella se entregaba a esa pasión contenida, estremeciendose y ondulandose como un pez en el rio, entregandose a él.Una gota de sudor le perlaba la frente.Con los labios entreabiertos y lanzando un leve quejido, se adentraba sin pudor en una espiral de gozo.
Él saboreó sus mieles y subió hasta sus labios, para acallar sus sollozos con un beso.
Entonces le tocó a él abandonarse por completo al placer, se tendió sobre la manta y ella se acaballó encima, mordiendole con deleite sus orejas, bajando por  su garganta, dejando que su lengua recorriera sin prisa su cuello, hasta llegar a sus pezones viriles.Jugó con ellos, los endureció, los saboreó entre risas y siguió bajando, marcando con su lengua un baile de amantes.Lo saboreó, lo olió.
Su boca envolvió el miembro erguido y pulsante en una interminable faena de placer, de dar y tomar en la más recóndita intimidad, hasta que él ya no pudo resistir y se abalanzó sobre ella, penetrandola  con alevosía.
La joven se ruborizó al ver como él la penetraba con semejante frenesí y quiso ella ser así tomada.Levantó su falda y con su mano diminuta, se enontró con sus humedades y que su sexo latía con desespero.
Ella le vio y le sonrió con picardía, llamandola suavemente a que se juntara con ellos en ese bacanal de sexo y olores.
 Se le acercó esa joven con paso decidido y mientras él penetraba aún con semejante embestidas, le empezó a besar su espalda con deleite, recorriendo su columna con tranquilidad, mientras que con sus manos, daba pequeños pellizcos en los generosos pechos de ella.
Bajó hasta las nalgas de él, saboreando ese mundo oculto.Soltando los pechos de ella, le fue acariciando el miembro endurecido, mientras él, ya más pausadamente, seguía embistiendo a su amada, elevandola al sentir más profundo..
La lengua traviesa de la joven, no paró de jugar, lamer y saborear, llenandole de saliva y sudor, su más preciado rincón.
Él no pudo resistir tal tentación y se volvió para ver, quién era aquella que le llevaba a tales placeres.Se encontró con una diminuta mujer, de pelo rojizo y labios urgentes.La besó con devoción, soltando a la hembra que tenía ensartada y girandose, jugó con los cabellos de la joven mientras esta le pellizcaba con tranquilidad y suavidad, su glande ya de por si inflamado.
Ella se les acerca.También quiere particpar en el juego.No en vano, fue ella la que descubrió a esa joven traviesa espiandolos.Le besa a él, se enreda en la boca de la joven, mezclando salivas y sabores.Con su mano, acaricia el sexo de esa pequeña intrusa, explotandolo, jugando con sus jugos e introduciendo sus dedos, uno a uno, con efímera paciencia.Sus dedos entraban y salian del sexo de la joven con precisión, mientrás él, la agasajaba por detrás, introduciendo su lengua lasciva en su preciado trasero.
Entre los dos, llevaron a la joven a una cúspide de placer jamás inventado y quiso esta, ser penetrada por semejante hombre.
Se ensartó en él de espaldas, para que así, pudiera él admirar la redondez de su trasero y cabalgó en un ritmo lento, subiendo y bajando con esmero, dejandose llevar por el instinto primitivo del placer.
Ella bajó hasta la altura del sexo de la joven y mientras esta cabalgaba con permiso a su hombre, le fue lamiendo el sexo, al compás de la lujuria.Con sus manos de odalisca, acariciaba los pequeños pechos de la joven, haciendo que estos se llenaran de placer.
No pudiendo aguantar más el goze de estar siendo sometida entre dos, la joven aceleró las embestidas, urgiendo para que él con sus manos, posadas en su trasero, la ayudara en tal tarea.
Rodaron como enemigos en un enredo de piernas, brazos, besos, jadeos, sudores y expresiones jamás oídas, para juntos llegar a un estado de climax, que sólo los que tienen esa capacidad de tal desenfreno, son capaces de alcanzar.Se miraron por unos instantes, respirando entrecortadamente.Él le acariciaba la curva de su espalda.Ella, le besaba con deleite los labios hinchados de esa joven, que espiando por travesura, se vio sometida a un placer sin límites.

El sonido del despertador le devolvió a la realidad.Se despertó con sobresalto y recordó que todo lo acontecido, tan sólo había sido un sueño.


lunes, 14 de enero de 2013

Sed

Día 1

La llegada al campamentro se hace eterna.La carretera está en mal estado y el camión que nos ha sido asignado no puede evitar los baches, haciendo que todo lo que se transporta se mueva.Miro por la ventana para entretenerme, aunque hay poco que ver.El desierto se abre ante nosotros con toda su magnificiencia.El calor no ayuda a soportar mejor el viaje e intento abanicarme con una revista traída a menos en un intento paupérrimo de que me socorra con alguna brizna de aire.
Cada veinte kilómetros tenemos que detenernos.Paso obligatorio si queremos llegar con vida al campamento y nos revisan el camión.No sé que se esperan encontrar.Con sólo mirar la gran cruz que lleva puesto el camión, ya tendría que ser suficiente para dejarnos en paz.Pero no estamos en paz y ellos no entienden que es esa palabra.
Vengo de un país dónde solo el hecho de abrir un grifo y que por él salga agua, no es ninguna sorpresa y dónde hay un MacDonalds en cada esquina.Aquí, si quiero agua, tendré que caminar una hora.
Como vine a parar aquí no importa.Sólo decir que estaba en el momento justo y a la hora exacta.Acepté este viaje como huída de mi propia vida, creyendo que con ello sanaría mi heridas sentimentales y mi orgullo.
Es mi primera vez y aunque haya visto por televisión las imágenes del conflicto, haya leído los informes necesários y me haya empapado sobre la historia y cultura del lugar, yo misma no creo que esté a la altura de las circunstancias.
Si me propusieron el viaje, fue por el simple hecho de que voluntarios hay pocos y menos, para este lugar tan inhóspito.Nadie en su sano juicio quiere irse a miles de kilómetros de su pátria, sin comodidades y teniendo que llevar un chaleco antibalas las veinticuatro horas del día.Yo sí.
Por fin llegamos al campamento.Era peor de lo que me imaginaba.Mi compañero de viaje, perro viejo en esto, me ayudó a bajar del camión y me sonrió para animarme.Hasta nosotros se acercó un perro esquelético, meneando su cola en un intento de darnos la bienvenida.
- No te asustes.No es tan malo como lo ves.¿ Ves esa caseta de ahí ?Ahí es donde nos reunimos cada mañana o en situación de emergencia.La carpa grande es el hospital.Ven, te presentaré al gran jefe y te enseñaré todo.
Mi compañero, en un intento de soliventar mi estupor, me fue enseñando el campamento.
Al caminar, el polvo se levantaba sin aviso alguno.La tierra estaba cuarteada por la sequía, haciendo un puzzle por el suelo.
Sentada sobre un banco, a la entrada de lo que se suponía era el hospital, estaba una madre dando el pecho a un niño, ambos en un estado avanzado de desnutrición.Haciendoles compañía, bailaban sobre sus cabezas unas cuántas moscas.La madre las apartaba como podía, sin siquiera levantar la mirada.
Entramos dentro de la gran carpa y el olor a desinfectante, vómitos y fármacos se mezaclaban entre ellos, dando un olor desagradable, nauseabundo.
- Haaaa, ya habéis llegado.¿ Eres la nueva ?Bien, bien.¿ Que tal el viaje ?No quiero lloriqueos, haces lo que se te mande, no empatices con ellos y sobre todo, nunca dejes el chaleco antibalas en tu cuarto.Tenemos inmunidad hasta cierto punto.Con la guerrilla nunca se sabe.No entres en discusiones políticas, religiosas ni nada por el estilo.Aquí no se juzga a nadie ni se cierran las puertas a nadie, sean del bando que sean, ¿ entendido ?Si sigues estas pequeñas reglas, saldrás viva de esto.Y a ver si esta puta guerra termina de una vez y puedo volver a mi casa.
¿ Qué nos ha mandado esta vez la gran patria ?
- No asustes a la novata hombre, jejejeje, que es su primera vez y bastante mal lo está pasando ya para que la saludes de esa manera tan tuya.
Mi compañero se acerca al que se suponía iba a ser mi jefe en los próximos tres meses y lo abraza.
Mientras se saludan, aprovecho para mirar a mi alrededor y lo que veo es desolador.En cada cama, yace el cuerpo de un niño, una mujer, maltrechos y con cicatrices imborrables en la memoria.Cuerpos esqueléticos, vientres abultados a consecuencia de la desnutrición, miradas ausentes, vacío.Me pregunto que coño hago yo aquí:no soy médica, ni tan siquiera enfermera.Tan sólo sé hacerme entender en árabe y he hecho algunos proyectos para barrios del extrarádio de la ciudad.Nada comparado con lo que se me presentaba.Pero estaba ahí.En un campamento de la organización y de ayuda humanitaria.Y no había marcha atrás.