¿ Quién dijo que el verano era gloria bendita para el cuerpo y la mente
?Ni idea, pero seguramente esa persona no tenía que pasarse ocho horas
en una cocina a 50 grados, sudando los pecados por pecar.No me gusta el
verano.Punto.El verano es para aquellos que tienen por cuenta corriente
un modo de despreocupación y van de yate en yate, meneando el culo
operado por el doctor Mauri, enseñando unos dientes que son la envidia
de cualquier marca dentífrica y bebiendo mojitos hechos por
algún mulatón cachas, traído desde tierras caribeñas para la ocasión y
dar caché al evento.
El calor me pone de un humor pésimo, lacia, sin ganas de abrir los ojos al mundo, ni que este se fije en mí.
Dormir se ha convertido en una batalla bélica, con armas de destrucción
masiva incluidas.Cada vez que un mosquito convertido en caza se me
acerca, mi chancla se prepara cuál bomba atómica y vuela hacia el
objetivo, errando por supuesto, porque yo, en el tiro al arco suspendí
con creces, cuándo por error herí al profesor con un flechazo en la
rodilla y me hecharon por precaución.
El mosquito gana, yo pierdo e intento dormir con el zumbido de sus
alitas minúsculas revoloteando sobre mi cabeza, burlandose de mí
inestable puntería y creo, que hasta lo veo riendose, cómo mofandose de
mí y a sabiendas, que siempre ganaría la batalla.
El calor tampoco ayuda mucho, con esa humedad relativa, que
misteriosamente está al 30 por ciento, o eso dice los paneles que
decoran la ciudad y una sabe que es una mentira piedosa por parte del
ayuntamiento (como tantas otras mentirijillas) para mantener a raya al
pueblo y este no se le plante ante la puerta del ayuntamiento (de estilo
rococó, como no) y pida explicaciones ante tanta humedad relativa.
Ir a la playa para refrescarse, es toda una experiencia religiosa, en la
cuál te entran hasta ganas de convertirte a monja y rezar al dios
piadoso, para que este te ilumine y haga luz sobre algún hueco
disponible para estirar la toalla.Pero yo nunca he tenido ganas de
convertirme a religiosa y cómo no, el dios piadoso me castiga y no saca
ese rayo de luz que dicen algunos que han visto y tengo que ponerme a
buscar entre niños constructores ( qué castillos hacen, madre mía!!!!),
tipos con bañadores ridículos marcando pecho, señoras beatíficamente
sentadas en la orilla, a la espera que la ola les refresque lo que una
vez usaron, pero que ya no están para esos trotes y adolescentes con un
cuerpo asquerosamente bronceado y perfecto.Una ante esa imagen se siente
en desventaja y olvida por momentos el obejtivo de buscar un hueco para
la toalla.Por fin encuentro un huequito escuálido entre una parejita de
tórtolas, que no paran de besuquearse a cada segundo y que el novio,
aprovechando el momento entre pico y pico, le mete mano a las tetas
enormes de su amazona, mientras esta se rie con mesura y una casa
ambulante.Digo casa, porque eso es lo que parecía aquél enorme toldo, de
rayas azules, con no sé cuántas mesas, bolsos, jueguetes, comida,
barbacoa y perro incluido en el paquete.Solo les faltaba las macetas y
sería el bungalow de la playa.
Estiro mi toalla entre las tórtolas y el bungalow;dejo mi mochila a un
rincón y me pego un buen baño.El agua fresca calma mi piel que arde y me
siento en paz comigo misma y con el mundo.Después de hacerme el Cristo o
la muerta, como lo quieran ver, un buen rato, me voy a mi toalla, me
recuesto en ella y cierro los ojos.mis párpados se cierran, con
lentitud, relajados y me sumerjo en un sueño divino, donde me veo
convertida en gueisha.......JOSHUÁAAAAAAAAA!!!!!!!!!
Joder!!!!Que no soy una gueisha y me ha dado un ataque al
corazón.Diossssss, que la familia del bungalow son de esas familias
matriacarles, donde el abuelo vá con bastón y sombrero a la playa y la
abuela chapotea en el agua con la falda levantada hasta los tobillos, no
vaya a ser que la tentación venga desde el mar.Un día que tengo de
descanso y solo a mí se me ocurre ir a la playa a sabiendas que está
llena hasta los topes.Lo sé, soy masoquista.Bien podría asaltar una casa
de esas enormes, de anuncio, con piscina y acostarme en una de sus
hamacas de diseño.Pero no tengo alma de asaltante, al menos, en esta
vida.
Quiero que venga el otoño, con el olor a lluvia, a castañas, a vino
tinto tibio.No quiero trabajar más en verano, soportar a los turistas
que te preguntan si el gazpacho es una sopa caliente o si el ajo blanco
lleva ajo.No quiero tener que subirme al coche y sentir, que en vez de
coche, se ha convertido en sauna filandesa, (el aire acondicionado está
estropeado y no hay dinero para arreglarlo).No quiero ver como las
jóvencitas están tan pulcramente depiladas, bronceadas, lozanas y todos
los "anas" que se os ocurra, que una ya tiene una edad y eso es machacar
la moral.
Quiero.....quiero escaparme a la Antártida y refugiarme ahí entre los osos polares y los pinguinos.
Has elegido un mal sitio para darle la espalda al verano. Para la estética, la tranquilidad y el buen descanso es la peor época del año. En mis pesadillas aún se aparecen espantajos con bermudas y naúticos, o turistas ingleses con sandalias y botella de agua en la manita.
ResponderEliminarEn cuanto a los mosquitos, te recomiendo esos artilugios eléctricos con insecticida o, si eres más romántica, una de esas vaporosas mosquiteras que caen del techo para aislarte como una nueva reina de Saba.
Un beso pues.