miércoles, 20 de febrero de 2013

Reflexiones

Empecemos por decir, que hubo un suceso acaecido hace unas semanas, que me dejó con el alma encogida, la dignidad escondida y la mente dispersa.
Amanecí con la voluntad perdida, sin ganas de levantarme ni de enfrentarme al mundo, del cuál le responsabilizaba de todas mis penas y ni siquiera quise escuchar a mi interior, sabio por momentos y orate a ratos.

Mi mente me lo venía advirtiendo desde hacía tiempo, pero yo, rebelde por nacimiento y creyendo que nada podía derrotar esa muralla que tanto me costó levantar, no le hice caso y llegó el día que todo ese mundo mío se vino abajo y me dí cuenta, que a pesar de todos mis esfuerzos, no podía con todo.
Es duro reconocer que no eres tan fuerte como crees, que hay requicios por dónde se puede colar la inestibilidad y ver, como tus miedos, tus fantasmas y tus cadenas, vuelven a asomar la cabeza a ver si pueden entrar nuevamentey danzar un vals contigo.

Cumples años.Ya no te ves tan joven frente al espejo.Las pequeñas arrugas que se asoman con discreción no te importan tanto como el ver que tus hijos se hacen mayores y ya no te necesitan tanto como antes.
Ellos crecen, iniciando ese trámite necesário en la vida del paso de la niñez a la adolescencia, como una iniciación al Okahué, pero sin que tengan que vagar por los bosques en busca de sus espíritus desnudos.Ellos les guiarán en este bosque de acero y asfalto, que cada día se contamina más con la avaricia y el hedor de la miseria humana.Y estarán desnudos ante cualquier imprevisto.Ese es el legado que van a tener.

Te sientas un día sobre la arena y ves la película de tu vida y observascomo un espectador más, lo que has llegado a conocer, lo aprendido, lo vivido, lo llorado, lo reído, los planes que alguna vez dibujaste, el primer amor, el primer beso, las inconstancias, los hombres que has amado, lo que se quedó por el camino, los lugares a los cuáles no volverás, porque ahí fuiste feliz incluso entre la mugre, las personas que has conocido, las que te han enseñado que para vivir, basta con tener aire en los pulmones y un pulso firme ante los sobresaltos, enfin, toda una vida.

En dos semanas me oculté al mundo, encerrada en mis cuatro paredes y con mi yo, bajamos nuevamente por esas escaleras angostas, sabiendo de antemano que es fácil descender, pero que el ascenso, iba a ser más difícil.
Descendimos cogidas de la mano, navegamos entre aguas mansas, para adentrarnos en una tormenta que casi nos despacha con ella, si no hubiésemos sido capaces de agarrarnos con fuerza al mástil y empezámos a rezar un credo ateo, inventado por mí hace años, en un intento de burlar el miedo ante cierta dificultad.

Como todo amanecer, trae consigo la calma y la tormenta se evaporó y con ello, mi yo y yo, ascendimos tranquilamente por las escaleras angostas, con paso decidido y el pulso nuevamente firme.
No es tarea fácil alejar una vez más los miedos, reconstruír lo destruído, lamer las heridas que aún conservaban el sabor a sal y salir ilesa de todo ello.Si me pusiera poética y la literatura me dejara, diría que renací como el Ave Fénix de sus cenizas.

El corazón aún se encoge y apenas salgo, no por miedo, sino, porque quiero disfrutar un poco más de esta calma que se ha instalado en mí, mimar a mi gata, que está a punto de traer una nueva vida, andar por mi casa con paso tranquilo y acariciar sin prisas, esos recovecos por tiempos olvidados.

Abrir un libro y refugiarme con dicha entre sus páginas y adentrarme como antes en sus personajes y creer por momentos, que soy la protagonista de esa historia.Había olvidado de cómo se hacía y eso, nunca se debe hacer, porque una vez que te olvidas de leer, te pierdes entre las líneas y estas se vuelven toscas y amargas.

1 comentario:

  1. Por momentos me olvido tras el bolígrafo y el papel que el timepo hizo mella en algún costado de mi piel. Aún así, es inevitable no pensar en el tiempo perdido o en imperfecto de subjuntivo. Esta es la reflexión que puedo sacar de tu relato.

    Sé que me contradiré, pero es otra verdad que una parte de mí quiere imaginar:

    Sigue adelante, a pesar de lo mucho que el tiempo pese sobre tu mente, sobre tu cuerpo.

    Un abrazo.

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