miércoles, 16 de mayo de 2012

Los desahucios del alma

Un niño llama a un programa de televisión.No tiene más de once años y, como tantos niños de este país, se ve abocado a una espiral de locura económica, que lo ha llevado a buscar otros sueños que soñar.No pedía él juguetes ni el último modelo de PlayStation.Tan sólo pedía poder volver con sus padres.Se ha visto arrastrado a la sin razón bancaria, que en su momento, decidió en beneficio propio, desahuciar su vida y su alma, por mil quinientos euros.
Al escuchar su vocecita en el contestador, si uno es humano, se le hace un nudo en la garganta e incluso, una lágrima esquiva baja por la cara, dando paso a la indignación y a la incomprención.Su padre, huyó en su momento de la locura sangrienta de su país natal, buscando una paz que no conocía.Hombre universitario, políglota, no le importa trabajar en otra cosa, desde que sea trabajo honrado.Junto a su musa, construye nuevas ilusiones, dando fruto a ese niño, que tanta alegría les dió, el día que nació.Su vida era perfecta.No era rico en monedas, pero sí en amor y honradamente vivía, hasta que el paro se cebó con ellos y fue uno más, en las colas de una oficina de empleo.


Lentamente, la desesperación penetra en el hogar, sin pudor, sin ánimo alguno de marcharse.El niño sigue su vida de niño, ajeno a las facturas inconclusas, a las conversaciones en voz baja, al llanto silencioso de unos padres que no saben que hacer, para evitar el desastre que se avecina.Y el desastre llegó en manos de un señor vestido de negro, amparado por figuras pintadas de azul, que le dicen que aparque de momento las ilusiones de niño y se vaya de la casa por orden del banco, pues sus padres deben mil quinientos euros.No entiende porqué su caja de estampas de fútbol está en la calle, junto a su colchón.No entiende, que ayer durmiera en su casa, arropado por sus padres y hoy, tenga que domir en casa de una vecina.Observa al hombre de negro y aún no entiende, que ha hecho de mal.Pregunta a sus padres que estaba pasando y ellos, impotentes, no saben que responder e intentan hacerle saber, que su vida ya no vá a ser la misma, que ya no habrá cuentos antes de ir a dormir.




El niño se queda con la vecina, que lo cuida e intenta suplir la falta de sus padres, en la medida que le es posible.Los padres, mientras, hacen de día el menester de ir de organismo en organismo pidiendo ayuda y de noche, se cobijan bajo mantas y cartones, en algún sitio de la ciudad.El niño no comprende esa separación, no quiere estar sin sus padres.En su nueva cama, llora la falta de su madre y los cuentos de su padre.Estraña sus juguetes, su habitación y quiere recuperar la caja de estampas que lo espera con ansiedad, a que su dueño vuelva.Quiere recuperar lo perdido y decide llamar a un programa de televisión.Con voz inocente y llorosa, pide que le den trabajo a sus padres, que le devuelvan su habitación.Sólo así, podrá nuevamente escuchar, como le leen sus cuentos antes de dormir.

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