No importa que en letra pequeña salgan las miserias de los demás, siempre y cuando no salgan las suyas.Es preferible leer la letra grande, la que enseña la casa de doscientos metros cuadrados, pocos, pensarán, porque sus canes necesitan más espacio para que puedan columpiarse en el vaivén de la vida digna, marcada por un escudo de escuela, ganado a fuerza de talonario.Nada dicen de las suculentas pensiones de algunos sectores, ganadas con esfuerzo y cariño, por haber aguantado al intrépido chaval, que con ilusión, abre su primera cartilla y guarda sus pagas, (cuando las tiene) en ella o por haber aconsejado a la abuela en invertir en los fondos del impostor.Que importa que uno se suicide, porque le hayan hipotecado las ilusiones o que a cambio de trabajar, nos llevemos como premio, un bocado a la boca.No importa que retrocedamos a la época del medievo, siempre y cuando, se generen trabajadores, dignos de llevar tal insignía y sean calladitos y bendecidos por el supremo.¿ Acaso importa, que el pensionista tenga que rebuscar entre los desechos, que la madre llore sin lágrimas, que los niños jueguen entre olvidos, mientras tengan ellos su escargots au beurre d´ail ?
Las huelgas no son necesárias, claro que no.Tan sólo son un derecho al pataleo que se nos concede cada tiempo, para así acallar sus conciencias y decir que nos escuchan, sin haber oído.Y dicen que están preocupados, que existimos para ellos, que no duermen tranquilos por nuestra culpa.¿ Que culpa tenemos ?¿ La de soñar ? o quizás, ¿ la de existir ?
No hay comentarios:
Publicar un comentario